Según confiesa, tiene mucho que ver con Diego, su personaje en Primos, la nueva comedia de Daniel Sánchez Arévalo. Pero no sufre por amor como él, como bien demuestra en este reportaje en clave de rojo pasión, la misma que siente por su trabajo.

Se toma muy en serio su nueva comedia, como el resto de sus trabajos. A punto de cumplir los 30, a Quim Gutiérrez le hace gracia que se hayan estrenado seguidas las dos comedias que ha protagonizado. La primera fue Una hora menos en Canarias, de David Serrano, y ahora es el turno de Primos, donde vuelve a trabajar con el director que le dio su primera gran oportunidad en cine, Daniel Sánchez Arévalo (gracias a Azuloscurocasinegro ganó el Goya como actor revelación en 2007) y se reencuentra con dos grandes amigos suyos, Raúl Arévalo y Antonio de la Torre.

Diego, su personaje, se hace querer. Más allá de que es un primo, en más de un sentido, dan ganas de achucharle. Y resulta que es así por el componente personal que Quim le ha aportado. "Me halaga que Dani haya confesado que escribió el personaje pensando en mí, algo que me da hasta pudor reconocer en voz alta. Llevamos cinco años de relación... de amistad [no puede evitar reírse al ver cómo sonaba la expresión sin la coletilla], y me conoce bien". Pregunta de rigor: ¿es Quim tan enamoradizo como Diego, ese pobre -él lo llama "loser romántico"- al que descubrimos plantado en el altar al principio de la película, y que se la pasa debatiéndose entre un amor de juventud y su indecisa novia? "Lo soy bastante", confiesa. "Y, como Diego, cuando me enamoro no tengo miedo a expresar lo que siento, prefiero arriesgarme. Claro, que por ser así luego las puedes pasar putas... Por eso, aunque soy muy sentimental, aplico la racionalidad cuando toca".

FUERA PREJUICIOS

A Quim Gutiérrez, por el hecho de definirse como "un tío heterosexual muy en contacto con sus emociones" y no ocultar su pasión por la moda, se le etiquetó hace ya mucho como metrosexual empedernido, "un concepto que odio". Tiene claro que esa atribución de rol tiene mucho que ver con el modo en que se tiende a juzgar a los actores dentro de nuestras fronteras. "Sales fuera, hablas con colegas actores y ves que a ellos no se les etiqueta de la misma manera. Sinceramente, creo que es porque el sector heterosexual de pro español está muy desconectado de sus sentimientos". A Quim se le mima y se le anima a cultivar esa pasión, pero él no considera que su interés venga del ‘soborno' de marcas y showrooms. "Esa es una cuestión colateral. A mí me interesa estar informado, ir a desfiles, comprarme ropa buena... ¡Acabo de hacerme con un abrigo negro de Margiela que te cagas! Una de esas inversiones que esperas que te duren".

Una vez menciona los ‘daños colaterales' de su profesión, enseguida piensa en otro: la preocupación por mantenerse en forma. "Porque un físico trabajado siempre es más fácil de adaptar a las necesidades de un personaje". También lo ve como un beneficio básico a nivel personal. "Soy hiperactivo, me paso el día dándole vueltas a la cabeza, así que psicológicamente me viene genial el deporte. Como por mi profesión tengo unos horarios tan irregulares, siento la necesidad de contar con rutinas: correr, leer antes de dormir, beber mucha agua... Son detalles que me ayudan a mantenerme centrado".

A menudo le toca mostrar su rotundo físico por exigencias del guión -o del director, como sucedió cuando Tomaz Pandur quiso que todo el reparto del Hamlet que estrenó en el Matadero de Madrid iniciará la función desnudo-. No es algo que a Quim le suponga ningún problema. Precisamente, acaba de rodar una película en Colombia, Bunker [dirigida por Andrés Baiz], en la que ha sido feliz explotando su vena exhibicionista. "He rodado mi primer desnudo integral desde detrás", cuenta. "Fue una propuesta mía, pensé que era adecuado para la escena. Nunca me había visto el culo así, ¡y me lo vi muy bien!". Aunque no siempre se siente tan seguro de su cuerpo. "Hay momentos en que solo tener que quitarme la camiseta me produce un pudor terrible. Trabajas continuamente con tu ego y tienes que luchar contra las inseguridades. Yo no soy muy de método, pero viene bien utilizar los obstáculos que surgen en beneficio del trabajo. Y de los personajes, solo me quedo con lo positivo".