El reto de interpretar a un héroe en una película española inscrita en el género de catástrofes no parece haber arrugado a Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981). El protagonista de Los últimos días, que despuntó hace años en teleseries catalanas (Poble Nou, El cor de la ciutat), ganó, en 2007, el Goya al Mejor Actor Revelación por AzulOscuroCasiNegro. Desde entonces, ha participado en producciones tan dispares como Sangre de mayo, Primos y Todo es silencio. 

PREGUNTA.- ¿Qué pensó cuando le ofrecieron hacer de héroe en una película española y apocalíptica?

RESPUESTA.- Se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Una de ellas, que tenía que dar vida a un tipo corriente, no a un X-Men. Lo cual lleva a Marc presentarse como alguien más pendiente de las redes sociales que de sus emociones. Una persona que, más adelante, encabeza una trepidante aventura.

P.- ¿Sintió el peso de encabezar un proyecto de estas características?

R.- Pensé que ésta no era una oferta rechazable, sino más bien para tirarse de cabeza a ella. Mezcla muy bien una película de aventuras y acción trepidante con una de personaje. En realidad, la historia tiene muchas lecturas. Una de ellas, qué podríamos hacer si cambiara nuestro mundo. Creo que, en el fondo, transmite un mensaje esperanzador. 

P.- Que los directores definan este historia sobre el fin del mundo como optimista no dejar de ser curioso...

R.- Sí, ellos inciden en la relación amorosa que mantiene mi personaje con el de Marta Etura. Que de paso, aporta un poco de luz a tanto paisaje subterráneo que muestra la película. Algo que explica por qué mi personaje se deja llevar todo el rato menos cuando empieza a desatarse el pánico. Lo cual es curioso. 

P.- Cintas de acción como ésta no son frecuentes en España. ¿Le costó desenvolverse en ese tipo de escenas?

R.- Pues mi reto principal era acordarme de qué personaje tengo y parecer creíble. Eso lo intento hacer siempre. Pero aquí mucho más... A veces, hay convenciones en este género que te pueden conducir a distracciones con las que es fácil que te olvides de lo que estás haciendo. Con lo que más disfruté fue con la preparación. Verme ahí, ensayando escenas de acción en mi el salón de mi casa, no deja de ser curioso.

P.- ¿Y lo de trabajar con pantallas verdes y demás efectos digitales?

R.- Bueno, había veces que parecía que estuviéramos, por las persecuciones que teníamos que rodar José Coronado y yo, en una película de Indiana Jones; otras, en una de Jason Bourne o con Tom Cruise; e, incluso hay momentos muy de Lo imposible por la emotividad (risas).

P.- Que estuviera desde un principio José Coronado en el proyecto, ¿era una garantía de calidad para usted?

R.- Sí. Ha sido una suerte contar con él. Que iba a salir bien lo supe nada más hacer el casting juntos, cuando nos pidieron interpretar un par de escenas juntos. A mí esta película me ha servido para descubrir a un Coronado generosísimo como actor, con un temple espectacular y que no pierde la calma por nada. Por mucho que le pongas a trabajar metido en un agujero....

P.- ¿Qué es lo que que más destacaría de Coronado como compañero?

R.- Su actitud positiva y su profesionalidad. Me gustaría subrayar que, a pesar de tener muchos años de trabajo a sus espaldas, mantiene una actitud «energética» y de entrega absoluta sorprendente. Hay veces que le miras y recuerdas que eres un afortunado por trabajar en esto del cine. Y es que lo de improvisar no es fácil: para resultar creíble tienes que currártelo mucho. 

P.- Una curiosidad. ¿Le sorprendió ver su ciudad natal destruida?

R.- ¡Estuvo bien! (risas). Lo que más me sorprendió la primera vez que vi la película terminada no fue eso. Ni descubrir la Via Laietana cortada o que la propia ciudad sea un personaje más. Con todo eso pienso que el espectador va a flipar. Sin más. Lo que más me alucinó fue la reflexión que me llevó a hacerme: y es que creo que estamos muy cerca de llevar el planeta a un cataclismo parecido si seguimos por este camino...

P.- ¿Le parece entonces extraño el auge de los filmes apocalípticos?

R.- Como actor, agradezco que haya producciones de estas características, con historias en las que un tipo corriente se ve inmerso en situaciones excepcionales. Aunque, como espectador, yo siempre me quedo con el primer tramo de ese tipo de largometrajes. ¿Que a qué me refiero? Cuando arranca la película y vemos que hay síntomas que anuncian una catástrofe inminente. Me divierte ver cómo empiezan a caer piedras, por poner un ejemplo, y luego descubrir en la siguiente escena a un científico, a miles de kilómetros, perdiendo sus papeles en un pasillo sin que nadie le haga caso. Eso sí que es entretenido...

P.- A diferencia de ese ejemplo, aquí los hermanos Pastor han apostado por entrar de lleno en la historia...

R.- Bueno, la verdad es que al no abusar de efectos especiales, da igual donde caigan «las piedras» a las que antes me refería. Lo que importa es dónde están los personajes y qué les ocurre.

P.- Pero habrá descubierto cosas nuevas...

R.- Sí, que haya lo que llamo un cataclismo silencioso. Y me explico: en esta película no hay tsunamis, ni tempestades sobre la ciudad, ni bombas nucleares. El agente del caos es invisible. 

P.- Volver a trabajar junto a Marta Etura ha sido...

R.- Pues un lujo. Con Marta comparto un vínculo especial por las cosas que hemos hecho juntos, que hace que nos encontremos muy a gusto. Ella, en esta película, es el motor que mueve a mi personaje. Y está muy presente en todo el metraje...

P.- ¿Qué piensa cada vez que observa el Goya al Mejor Actor Revelación que ganó con AzulOscuroCasiNegro?

R.- Pues por qué no tiene mi nombre puesto en la piedra. Como me lo roben... cualquiera puede decir que es suyo (risas). No, en serio. Me recuerda sólo cosas buenas. Para empezar, porque me puso en el mapa. Aquélla fue una película con la que conseguí amigos que son, a día de hoy, muy importantes en mi vida personal. Y que sorprendió a muchos. Era un proyecto que se hizo sin grandes pretensiones, pero que consiguió mucho más de lo que se esperaba, tanto en taquilla como en crítica.